La semiótica del anti-anexionismo

Por Reynaldo Morales

Quién lo diría. Aníbal Acevedo Vila ha logrado unir al independentismo y, además, ha logrado conseguir que lo respalden. No se puede despreciar el poder de la semiótica en la comunicación de masas. Decirlo, parece absurdo, y pensarlo, una pesadilla. Pero ahí están las firmas, las declaraciones de organizaciones y las propuestas para reuniones y actividades de masas. ¿Quién más falta?

¿Cómo lo logró? Es un verdadero prodigio, todo un ilusionista de símbolos. Por eso es por lo que yo seré, quizás, el último independentista que no se convence y no respalda a Aníbal Acevedo Vila. No faltarán los que piensen que me falta un tornillo, que soy un terco o me gusta la sinrazón o yo soy ese “tal Tarres”. Lo cierto es que yo no me trago el miedo a la estadidad o la búsqueda de “alternativas no territoriales” o quedar fuera de la “Clausula Territorial”. Pero Aníbal ha logrado crear una coalición de la mayoría de los independentistas junto con otros puertorriqueños insatisfechos que pululan en los limbos de la política. Les ha ofrecido la ruta del congreso de la mano de esa estrella del pop de la política progresista demócrata, ¡Alejandra Ocasio Cortés!!! Ese mantra colonial es el Frente Puertorriqueñista.

Yo sé cómo lo logró. Se apoyó en la comunicación de signos que nos unen en la aversión, o sea pura semiótica. La semiótica es una teoría sobre signos en la comunicación. Como disciplina, la semiología se encarga de los estudios vinculados al estudio de los signos a nivel general, tanto lingüísticos como los que nos rodean en lo urbano o en la naturaleza. O sea, se puede saber que significan para la mayoría, como reaccionamos, en que pensamos y cómo los asociamos. Aquí, hasta los más listos, o los más independentistas, también tienen su talón de Aquiles. Sencillamente saben cómo reaccionamos a ciertos símbolos o signos. Como si estuviéramos ante un PARE o una luz roja.

Por años los estadolibristas apoyados en sus expertos en comunicación de masas, como las firmas de publicidad, desarrollaron y difundieron la idea de que el enemigo de los puertorriqueños era la estadidad. De ahí se aprovechan de ideas que los independentistas han usado, como “la estadidad es la culminación de la colonia” y otras imágenes como la pérdida de nuestra identidad, de nuestra lengua, así como de nuestra cultura y tradiciones. La ruina total de todo lo que nos define, el fin de la personalidad en el deporte y las reinas de belleza. Entre el miedo a la estadidad (anexión o integración) y el “cuco” hay poca diferencia.

A fin de cuentas, todo esto del Frente Puertorriqueñista es parte de una estrategia política del partido demócrata para atraer votos de la comunidad latina. Fíjense, que se han aprobado casi 40 resoluciones en el Comité de los 24 de las Naciones Unidas solicitando que se permita la libre autodeterminación del Pueblo de Puerto Rico y ahora es que los demócratas van a cumplir esa meta, pero mediante una ley Congresional. Claro, ellos son respetuosos de los valores del liberalismo, de hacer justicia con equidad y respetar los derechos humanos. Si Pepe, dijese Yeya, mi mama. Si hay algún indicio claro del incumplimiento con el derecho internacional es precisamente ese, el reservarse ellos la determinación de cuáles serán las alternativas y la aprobación final y bajo cuales condiciones. Nada más lejos del derecho internacional y en total desprecio del derecho de ocupación.

Por ejemplo, una de las normas principales de ese derecho de ocupación señala que la potencia ocupante debe respetar las leyes vigentes en el territorio ocupado, a menos de que constituyan una amenaza a su seguridad o sean un impedimento a la aplicación del derecho internacional de la ocupación. Cuando uno mira la facultad que tiene la Junta de Control Fiscal para dictar las normas y revocar las leyes que se aprueban en el territorio entonces sabe que se está violando ese principio de respeto a las leyes del territorio ocupado. Aquí también se viola el principio que prohíbe la destrucción o incautación de bienes del territorio ocupado. Por lo tanto, el desmantelamiento del patrimonio nuestro para resarcir las acreencias de la banca de la Potencia Ocupante es una violación de ese principio. Más aún cuando esos préstamos se hicieron a sabiendas de la insolvencia del territorio ocupado con el solo propósito de apropiarse de sus bienes y de paso empobrecerlo para hacerlo aún más dependiente de la potencia ocupante.

Los independentistas no debiéramos respaldar ese mamarracho colonial de los Congresistas Ocasio y Velázquez. Favorecer la independencia es denunciar la ocupación por más de 120 años, es exigir el cumplimiento con el derecho internacional, es señalar los abusos y violaciones a nuestros derechos humanos y defender nuestra patria de la humillación y despojo por la ley Promesa, la ley 600 y cualquier otra ley congresional. Dejar ver claro como esa es la misma explotación en todos los otros territorios que han sido sometidos al coloniaje. Claro que los que rechazamos el coloniaje queremos identificarnos unos con otros. Así que cargar la bandera, reclamar ser boricua, ser anti-anexionista, cantar preciosa y otras señas pueden ser indicativos de que somos un pueblo distinto y único. De ahí, un tipo jaiba como Aníbal puede agitar cualquiera de esos símbolos para que respaldemos sus pretensiones, pero eso no sería necesariamente un reclamo de independencia. Debemos estar alerta y analizar bien las propuestas de los listos para que no terminemos defendiendo al imperio y al coloniaje. 

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